La mejor época para ir a Ordesa
Parque Nacional de Ordesa y Monte Pedido.
La mejor época para ir a Ordesa podría ser septiembre o por lo menos así fue este año. Ahora que empieza el frio y se acerca la nieve, recordamos el tiempo increíblemente veraniego que disfrutamos a finales de septiembre por el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, cuyo centenario se ha conmemorado este año.
Comenzamos por el valle de Pineta, valle glaciar a los pies del Monte Perdido, una de las puertas de entrada natural al Parque y un precioso lugar para hacer alguna ruta de montaña.
El primer día hacemos una excursión hasta los lagos de la Munia. Desde el parking próximo al parador de Pineta comienza la subida por bosque, donde vemos cómo salen las setas por todas partes en el inicio de este otoño. Alcanzado el llano herboso de la Larri, podemos contemplar al fondo el Monte Perdido por su cara norte, panorama que atrajo a los primeros pirineistas.
Superamos varios pasajes rocosos para ir ganando el gran desnivel – 1200m – que nos lleva hasta los lagos, al pie del pico Robiñera. Y ya en la bajada disfrutamos de las cascadas que se forman en el barranco de la Fuen Santa.
Al día siguiente hacemos la ruta al lago de Marboré. Para ello hay que superar el fuerte desnivel del farallón rocoso que nos coloca en el balcón de Pineta con privilegiadas vistas sobre el valle. Y cuando nos topamos de frente con el paisaje glaciar de la cara norte del macizo del Monte Perdido su belleza majestuosa nos sobrecoge, a pesar de que el glaciar ha menguado considerablemente en estas últimas décadas.
Llegamos al inmenso lago de Marboré (2.590 m.) en cuyas inmediaciones florece la flor de las nieves o Edelweis, muestra de la riqueza natural de este magnífico lugar.
ASCENSIÓN AL MONTE PERDIDO
Y tras varios días de rutas, decidimos ascender al Monte Perdido como colofón. En esta ocasión nos adentramos en el valle de Ordesa y accediendo desde la localidad de Torla, partimos desde la pradera.
Recorremos el magnífico cañón dejando a nuestro paso la cascada del Estrecho, las gradas de Soaso… multitud de saltos de agua. Una vez fuera del bosque podemos admirar las murallas que esculpen el valle y al fondo llegamos a la Cola de caballo, una de las cascadas que más turistas atrae pero que, a esta hora de la mañana, encontramos solitaria.
Trepamos por las clavijas y seguimos caminando hasta alcanzar el refugio de Goriz. Desde aquí continuamos ya por terreno más rocoso hasta el lago Helado, el más alto del Pirineo a 2.980 m, bajo el Cilindro de Marboré. Y de frente, la temida escupidera por la que progresamos rumbo a la cumbre con paciencia aunque cómodos al estar el terreno seco y sin nieve. Alcanzamos la cima del Monte Perdido (3.355 m) en un día soleado y nítido, así que las vistas son impresionantes. A nuestros pies se despliega todo el cañón de Ordesa, con una belleza que hace justicia a su declaración como Patrimonio de la Humanidad.